
Querido cuerpo – aunque a veces no tan querido -:
A pesar de haberte machacado, tanto física como mentalmente, has seguido ahí y me has permitido hacer todo lo que quería:
He podido estudiar lo que realmente quería, he podido irme de viaje (varias veces) con mis compañeros de clase, he podido quedar y hacer todos los planes que he querido, he podido coger aviones sola, he podido abrazar a la gente que quiero y, sobre todo, he podido tener la libertad y la independencia para poder vivir por mí misma tal y como quiero.
Y aunque diga todo esto, sé que no siempre te trato con esta gratitud. A veces, cuando me miro al espejo, me siento frustrada. Me enfoco en las partes de mí que no cumplen con las expectativas que tengo o, sobre todo, las que la sociedad me impone. ¿Por qué motivos quiero cambiar mi cuerpo?; ¿Es posible querer cambiar mi cuerpo solo por mí, y no por lo que la sociedad me impone?; ¿Por qué solo quiero cambiarme cuando algo se pone de moda?
La sociedad me ha enseñado que nunca voy a estar conforme con mi cuerpo, pero yo ahora lo estoy.
- La gente me aprecia, da igual mi cuerpo.
- Mis amigos me quieren, da igual mi cuerpo.
- Mi familia me apoya, da igual mi cuerpo.
- Mi pareja me adora, da igual mi cuerpo.
- Estudio lo que quiero, da igual mi cuerpo.
- Soy feliz así, da igual mi cuerpo.
Y, aun así, muchas veces me gusta mi cuerpo.
El funcionamiento de nuestra sociedad no dificulta estar satisfechas con nuestro cuerpo. Nos llenan de estereotipos, modas y estándares, nos elogian o critican por un físico y arman toda una industria con nuestros complejos. Sin embargo, aunque no sea muy realista sentirnos satisfechas con nuestro cuerpo siempre, en la aceptación corporal está la clave. Aceptarnos con independencia de que a veces nos gustemos más y otras menos, es lo que nos va a permitir realmente tener una vida satisfactoria, poder hacer lo que nos gusta, disfrutar, reir, amar… Si nos encadenamos a luchar contra nuestro cuerpo y articulamos todo lo que hacemos en base a cambiarlo, quedaremos atrapadas en una realidad en la que ni vamos a llegar a estar satisfechas con nuestro cuerpo, ni vamos a aceptarlo y sobre todo, no vamos a poder tener una vida plena.